El clima es fresco y acompaña los juegos de
unos niños que juegan en el campo, el acento de sus voces les da ecos que son
percibidos como frases de poder, la niñez aborda el inicio de la historia
planteada por Ragnar Bragason en la que el ambiente es sacudido de forma
abrupta por un tractor, algo así como el peligroso y fuerte impacto del metal
que es instrumento y afinación con algo, en este caso con un joven de largos
cabellos que saluda a su hermana mientras maneja una bestia de cuchillas
cortantes y segadoras de la vida, la suya que por accidente es disuelta y
silenciada.
A partir de un trágico hecho surge el génesis de
la búsqueda en medio de la oscuridad y el sonido del metal, Hera es la
protagonista de esta pasajera faceta que comprende la exploración de sonidos
que abarcan bandas como: Motorhead, Megadeth, Kronos, Black Sabbath entre otras y
que sirven de influencia marcada para incontables generaciones de jóvenes incomprendidos,
Hera es uno de ellos y aborda su pasado con un presente lleno de fijaciones por
el creciente y brutal sonido de una guitarra eléctrica, destina su solitaria
cruzada de vivencias con unos padres que viven, se alimentan, visten, ordeñan
sus vacas y responden con facciones inexpresivas a su hija que por ser la sucesora
de su hermano se espera que haga algo como trabajar y serle útil a algo en la sociedad, en este caso su empleo
en la industria cárnica, que en contraste con los sonidos desgarrados de un
tema de metal acompasan los cuerpos sin vida de varios cerdos que cuelgan en su
trabajo.
El camino de esta familia en duelo es puesto a
prueba por un sacerdote joven, la voluntad de este individuo es acompañar a la
familia y sugerirles como podrían llevar de una mejor forma la pérdida de un
ser querido, pero claro está que vérselas con Hera supondrá un enfrentamiento
con las propias sombras del metal, por ello surge entre la fe y la disolución de
la luz un creyente no solo de Jesús sino también de los sonidos acompañantes y
oscuros de la música, este hecho deja impresionada a una joven Hera que
encuentra tal vez a alguien con quien contar.
Entre líneas se lleva a buen término una película
bien realizada a nivel técnico, con una excelente fotografía, locaciones
desoladas y permanente compañía del frió islandés que hace absolutamente místico
el ambiente que desarrolla la vida de personajes como Hera o bien la relación con
otro film islandés de un joven de nombre Noi que también siente como el mundo le
consume sin apenas notarlo, para este caso la intervención de la rebeldía y búsqueda
personal tan genuina y profundamente desarrollada a través de la música,
presenta un film muy evocador para quienes buscan sean enunciados sus
preferencias musicales y rechazo a dogmas como los de la religión.
Presenciando la mitad del metraje con este film
es encaminada la actitud de Hera hacia un repentino vuelco de emociones y
debilidades propias del ser humano, pues por la compañía y la insatisfacción se
accede a pasar de una vida de ropajes oscuros y envuelta en la soledad a la compañía
de una persona, un amigo que se convierte y da la bienvenida a un retorno de conductas
moralmente correctas por la creciente disolución de la comprensión, la quema de
una iglesia abre la discusión y hace emerger a un pueblo entregado a sus
creencias y la presencia de aquello que es ajeno y agresivo, muy relacionado
por cierto con la música metal, es entonces cuando el director del film acude a
que el surgimiento de un problema conlleve una solución que satisfaga a todos.
Por una parte Hera recibe la visita de tres
individuos de largos cabellos, que desean ser parte de la más grande banda oda
a la oscuridad, la respuesta muy sincera de la joven expresa su única presencia
en estos furtivos parajes del sonido, esto les deja sin palabras, este encuentro por otra parte llena de fuerza
una circunstancia que hará retornar a una joven resuelta a evocar para sí el espíritu
del metal, hecho que se respalda con la buena obra de reconstruir la iglesia
del pueblo con integrantes de la banda de metal incluidos.
La unión y acción por un espacio que reúne almas
necesitadas de oración, resulta peculiar y no menos que insólito para personas
como yo que ideamos siempre una imagen de rechazo adjudicada al metal y la religión,
aquí solo se halla la cooperación y tal vez la simple y llana disposición a que
si tocan tu hombro y te piden ayuda pues tu ayudas, es eso o quizás la redención
de la destrucción para con la religión y su afectada constitución a través del
tiempo por nativos nórdicos totalmente reacios a la convivencia con unas reglas
dogmáticas fuera de las costumbres legitimas de un territorio.
Finalmente la complacencia remata con un
retorno a los principios familiares y el apoyo en medio de la perdida, la música
es en esta historia un puente entre la destrucción y la redención en buenos términos
con la religión y la cuestionable búsqueda del ser a través de la oscuridad, y
eso es porque dios también se encuentra en ella, recuérdenlo.